martes, 29 de junio de 2010

Y fue entonces

Y fue entonces cuando, sin mirarte, yo ya supe que me mirabas. Y más allá de solo verme, me observabas, retenías cada detalle en tu mente, sabiendo que ese pequeño tesoro te acompañaría durante mucho tiempo.

Sentía mi cuerpo debilitarse por momentos a causa de la tensión que me causaba saberte investigándome. Sentía tus ojos recorrer cada rincón de mi perfil, deteniéndose en cada pequeño defecto, para memorizarlo y adorarlo con detenimiento. Sentía el temblor en tus manos, ansiosas por estrangularme de pasión.

Sentía el calor que desprendías desde la prudencia de la distancia. La agonía que te envolvía al saber que no tenías entrada posible en mi mundo, un mundo del que tú mismo te habías borrado poco tiempo antes de ser consciente de que de mí dependía tu felicidad.

Sin mirarte lo supe todo. Sin casi rozarte, te sentí.

Tú sientes mi sonrisa incluso cuando no me ves.

Pero ni todo el oro del mundo basta.

martes, 22 de junio de 2010

Maldigo mi temperamento

Maldigo mi temperamento porque te ha arrancado una cara de tristeza y unos ojos perdidos. Maldigo mi falta de paciencia por presionar algo nuevo, algo impensado e impensable. Maldigo mi falta de tacto y de vista, maldigo el estado dramático de todos mis sentidos. Y maldigo haber dicho muchas de las palabras que han salido por mi boca, sin pasar por el filtro de la lógica.

Nada me hace más feliz que hacer feliz. Nada me destroza más que destrozar.

Intentando aplicar valores absolutos a esta ecuación incomprensible. Me rindo. No pienso. Solo fluyo. Solo nado en los recuerdos, en los sueños.

Ahora pensar se ha convertido en sinónimo de lejanía. Renuncio a destripar la realidad que nos ha rodeado, renuncio a la lógica y al sentido común, para así no seguir maldiciéndome.

Siempre camino delante de ti. Pero me vuelvo a mirar si vienes.

miércoles, 16 de junio de 2010

Hipnosis

Es una persona de las que te miran con esos ojos. Los ojos de quien contempla la maravilla más asombrosa del mundo. Los ojos que nunca querrías dejar de mirar fijamente, porque hacen que te olvides de que el mundo sigue girando, de que falta un día menos para tener que tomar esa decisión que te atormenta, de que eres un día más viejo y tu tiempo sigue agotándose, aunque tú no hayas logrado cambiar nada.

Te mira fijamente, con los ojos redondos de un niño que observa con deseo un juguete, con los ojos de un amante del arte ante una obra soberbia, con esos ojos que te acarician y te miman, como si tuviesen manos, suaves y hábiles.

Y tú estás perdido. Perdido porque sabes que no puedes luchar contra eso. Es una droga que sabe administrar con la infinita cautela de un médico y la intuitiva sabiduría del salvaje. Sabes que en esa lucha de poder, no tienes armas. No importa lo inteligente, seguro o experimentado que seas, no importa cuántas veces hayas dicho mentalmente que no, no importa nada.

Estás perdido.